16 de febrero de 2011

Amar: El deporte más arriesgado de todos

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Hay amores pacíficos como la natación, otros estratégicos y calculados como el ajedrez y otros lleno de adrenalina como saltar en paracaídas...para todos los gustos y para todas las edades, pero con algo en común, el riesgo.

Las personas suelen amar de diferentes formas según su experiencia...algunas veces ni siquiera se arriesgan y todo queda en un estiramiento, como si fueras a trotar, pero algo pasa y te devuelves.

Hay algunos que van al gimnasio, miran mucho, intentan en una u otra máquina y se la llevan así por años hasta que deciden que prefieren algo al aire libre o se quedan allí por miedo a hacer el ridículo con un deporte de verdad.

¿Cómo se debe amar? ¿Hay fórmula para amar sin correr riesgo? ¿Alguien alguna vez no se sintió en riesgo al amar?
Siempre que amo tengo miedo, miedo de fallar, de que me fallen, de sufrir...siempre ha sido un riesgo, un salto en paracaídas sin pensar en cómo llegaré la suelo, sólo lo disfruto al máximo...he caído de bruces, he caído de rodillas y también de pie, pero no me arrepiento nunca de haber saltado.

Hoy puedo decir que salté y estoy aún en el aire disfrutando del paseo, como si tuviera alas...a veces veo la pista allá abajo, verde, soleada, esperando a que llegue y aterrice suavemente dando saltos de felicidad...sólo queda esperar porque tal vez la maravillosa persona con la que estoy ahora me ayude a no aterrizar jamás y seguir planeando por el cielo disfrutando de una vista diferente de mi pequeño mundo.

¿Te atreves mi angelito a sostenerme un rato más?